viaja con-sentido

El Gran Debate

07.06.2010 12:58


 

Ya desde antes de Cristo, hacia finales del 400, Sócrates fue condenado a morir por la cicuta, las malas lenguas de la época dicen que fue acusado de pervertir a la juventud, lenguas tal vez más siniestras  dicen que la  perversión que le imputaban era ser homosexual. Si Sócrates murió en el año 399 a.C., se supone que el mundo ha avanzado casi 2.500  años, aún así hoy día, en pleno siglo XXI, parece que todavía  ser homosexual es un delito, no pagan fianzas ni van a la cárcel y aunque tampoco son condenados a pena de muerte sí lo son a los dedos que señalan y a las miradas que matan.

Sí bien es cierto que ya se ha aprobado en diferentes países del mundo, siendo Colombia uno de ellos, la unión civil homosexual, también lo es que por tomar este camino las parejas homosexuales enfrentan la indiferencia de una sociedad egoísta que rechaza todo lo que no hace parte de los cánones por ella establecidos.

La iglesia y los fanáticos religiosos argumentan que el matrimonio gay es antinatural y por tanto Dios lo repudia, parece que se les olvidó que Jesucristo dijo “Amarás á tu prójimo como á ti mismo” (Mateo 22:39); por otro lado, es la Iglesia quien propone que ante los ojos del creador todos somos iguales, lo que da paso a una pregunta y es que si ante Dios somos todos los mismo, por qué entonces ante la iglesia y los hombres seguidores de Cristo y su palabra no podemos serlo también. La respuesta a la pregunta es simple, el hombre es egoísta lo cual, no le da derecho a juzgar al otro, porque retomando de nuevo las palabras de Jesús, “quien esté libre de pecados que lance la primera piedra” (Juan 8:7).

Entre los argumentos que se utilizan para repudiar el matrimonio homosexual, es famoso el que propone que la familia, núcleo de la sociedad, fue creada para preservar la especie y por ende para procrear, y claro, una pareja gay no puede hacerlo; pero el argumento incurren en error en la medida que el DREA (diccionario de la real academia de la lengua española) que rige nuestra lengua, propone varias definiciones para la palabra familia, dos de ellas: “Conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común  y “Grupo de personas que viven juntas”. Lo anterior, permite afirmar que la tradicional composición familiar (familia nuclear), ha trascendido a tal punto que tanto los lazos de consanguinidad como los filiales y la calidad de las relaciones que se establecen, determinan la estructura familiar, lo cual a su vez lleva a proponer que la unión homosexual también constituye familia, pues toda persona es autónoma es su decisión de vincularse afectivamente con quien desee.

Para darle quizás un poco más de formalidad a los argumentos, es necesario citar la carta magna colombiana en su preámbulo, artículo 1, artículo 16 y otros que se refieren a la pluralidad y al respeto por la diferencia; “toda persona tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad, sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico” (Constitución Política de Colombia. Art 16: 1991). En esta línea, la inclinación sexual como la elección de la pareja, son derechos inviolables que continúan dando a la comunidad LGTB argumentos para defender la unión homosexual, en igualdad de condiciones al matrimonio heterosexual.

Ya para terminar cito las palabras que el ex-beatle John Lennon canta en I Am The Walrus, (1967) “Yo soy él, como tú eres yo, y todos somos nosotros”, esta frase crea la sensación de unidad y respeto hacia el otro y sus diferencias, siento eso precisamente lo que debería fundamentar las bases de la sociedad actual, donde la equidad y la inclusión dejen de ser un idilio y se conviertan en una realidad.  

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